domingo, 19 de septiembre de 2010

CUANDO ESCRIBO

Cuando escribo no me inspiro en historias de éxito. Cuando escribo no me inspiro en el amor; tal vez sí. Me inspiro en el amor hacia mí. En el amor de quererme cada vez menos y de ser un narcisista al mismo tiempo, en sentirme el centro del universo y, de alguna manera, soy mi propio ser superior. Al escribir cuento pequeñas historias que he vivido.
Cuando escribo no me leo, pues, cuando me leo no puedo concluir lo que escribo. Creo que no está bien, pero creo me siento peor al no concluir algo, aunque esté mal.
Cuando escribo puedo sentirme el protagonista que no he llegado a ser. Soy un portagonista que no gana, que no le va bien y, en cierta forma, tiene una vida dilemática. Escribo inspirado en cosas que me han pasado, pues, tal vez, no tengo la suficiente imaginación para escribir alguna ficción o cosas de las cuales sólo he escuchado. Sería muy falso y me sentiría menos yo de lo que me siento.
Cuando escribo no hay musas ni nada que se le paresca, tal vez sí. Cuando escribo estoy yo, mi persepción de la vida, de mis amigos, de las personas que llego a conocer, de mí.
Cuando escribo siento que me estoy cofesando a un cura católico y que todos mis pecados estan siendo perdonados.